POR ALTAGRACIA PAULINO
El título de esta entrega trajo a mi memoria la promoción de un insecticida, no recuerdo el nombre, pero sí la frase con que era promocionado. Significaba un fuerte incentivo para venderlo porque si mataba los insectos y no causaba daño a la salud, era el más conveniente para enfrentar las plagas en los hogares.
En nuestro país, una noticia tumba la otra, muere y cae en el saco del olvido, es la razón que me obliga a no olvidar que el día 21 de enero murió una madre con su hijita de dos meses como consecuencia de una fumigación en la cercanía de su hogar, donde también otras familias resultaron afectadas con el insecticida usado en una fumigación en un piso vecino.
Estas muertes crearon conmoción durante toda la semana, los medios de comunicación pusieron en el tapete el tema, generaron opiniones y revelaron informaciones que no deben pasar desapercibidas por las autoridades.
Todos los insecticidas conocidos en el país son mortales para los humanos, muchas personas con vocación suicida lo hacen con insecticidas, tanto en el campo como en las ciudades, y a pesar de los informes de suicidios, la mayoría de esos productos son de venta libre.
Las fórmulas y principio activo de los insecticidas contienen metales, los cuales son contaminantes para los humanos, tanto que algunos cosméticos que los contienen son causantes de medidas restrictivas y controlado su uso porque las partículas de metales se acumulan en algún lugar del cuerpo provocando tumores que a la larga terminan con la vida de quienes lo consumen.
El aluminio y el plomo son de los metales normalmente utilizados en la industria química; justo el Fosfuro de Aluminio fue el producto con el que se fumigó en la Torre del Ensanche Piantini donde ocurrió la desgracia del 21 de enero.
Según los expertos, el Fosfuro de Aluminio al entrar en contacto con el aire produce el gas Fosfina, sumamente tóxico y letal, pero hasta el accidente tenía venta libre, igual que otros tóxicos usados para el control de plagas.
Urge un nuevo protocolo que sirva para que no vuelvan a ocurrir muertes por entrar en contacto con los insecticidas: lo primero es regular la venta y el ingreso al país de esos productos, un sistema de información masiva sobre los riesgos implicados, limitar el uso a empresas responsables quienes al fumigar deben dejar un informe detallado sobre el producto con que se fumigó, el posible antídoto, el centro donde debe llamar en caso de intoxicación y prohibir la venta libre de insecticidas y plaguicidas.
Los insecticidas sin antídotos no deberían comercializarse y mucho menos venderse libremente.
Me cuesta mucho hablar de mí misma, pero cuando estuvimos al frente de Pro-consumidor, elaboramos una resolución, no llegó a ser publicada porque faltaban unas firmas y al cumplirse el plazo de mi estadía en la institución, quedó engavetada.
El país es signatario del protocolo de Estocolmo y el de Róterdam, ambos referidos a los usos de insecticidas y plaguicidas.
El Fosfuro de Aluminio se usa para proteger de plagas a las leguminosas y otros productos alimenticios, eso no lo sabíamos, por lo que se impone un mecanismo de información para los consumidores, por los posibles riesgos a la salud. Necesitamos más información sobre estos usos.