Por Altagracia Paulino
Comunidad real y comunidad virtual. Mientras nos entrenemos con las informaciones sobre el “metaverso”, que será una realidad virtual según la cual se podrá viajar sin tomar un avión, se podrá entrar en cuerpo humano, las oficinas serán virtuales, pero se trabajará como si estuviéramos en el espacio compartido, se podrá disfrutar del sexo y muchas cosas de las que conocemos hoy desaparecerán en el 20100, según las proyecciones de lo que será el “Meta Universo”.
Estas informaciones las recibimos a principios de enero por las redes y emitidas por el sitio Badabun, donde se describe un mundo impresionante, del cual se vive la expectativa, algunos con ansias de que así ocurra porque ¿a quién no le interesa conocer el mundo sin pagar un boleto aéreo?, o conocer su pareja y tener amores.
Pero resulta que, casi al unísono, también recibimos como está distribuida la población mundial, según Animal Planet, y de los 7.800 millones de personas que habitan el planeta, el 70 por ciento no puede conectarse a Internet, que es la plataforma desde donde se lanzan todas las formas del mundo virtual.
Otro dato importante es que el 48 por ciento de los habitantes de la tierra vive con apenas dos dólares diarios, el 23 por ciento de los seres humanos que habitamos el planeta no tiene donde vivir, el 13 por ciento no tiene agua.
De modo que la comunidad real le será difícil conectarse con la comunidad virtual, al menos mientras esa brecha reflejada en números se mantenga constante y parece que así será por la reversa que ha dado la economía mundial como consecuencia de la pandemia, y porque no se avizora que vaya a cambiar en los próximos años.
Como la historia no es lineal ni se hace a expensa de lo que queremos y lo que pensamos, es conveniente advertir que el mundo virtual es tan vulnerable como lo es la vida misma.
Dependemos de los elementos que nos proporciona la naturaleza, como la tierra, el aire, el agua el fuego. Tenemos los pies sobre la tierra, debemos respirar, tomar agua, calentarnos con el sol y su energía; si esto nos falla no hay vida.
Así, un fuerte sismo, un gran huracán, tormentas eléctricas y otros fenómenos podrían derrumbar en un pestañeo el mundo virtual que por demás ha sido ideado por el cerebro humano, por lo que no hay que tener miedo.
La Inteligencia Artificial, que ya está en pie, servirá de mucho y no creo que el homosapiens en constante evolución y búsqueda sea capaz de provocar el exterminio de la humanidad. Siempre habrá otro semejante que hará el contrapeso; de la misma manera que hemos tenido a personas que han planteado los riesgos para nuestra civilización la manipulación de la mente, las noticias falsas, y las horas que dedicamos a estar conectados, cuando pudiéramos hacer otra cosa con nuestro tiempo.
Todo esto nos debe hacer reflexionar, pensar en que el tiempo es algo irrecuperable, programarnos, ejercitar el espíritu crítico, usar las neuronas para que no se atrofien, no permitir que otros piensen por nosotros, ser creativos, explorar el cerebro y dedicarnos a las mejores obras, en fin, justificar la existencia sin hacer daños a nuestros semejantes y explorar todas las capacidades de las que somos portadores y soltar el celular lo más que se pueda.
Fuente: El Periódico Hoy