La nube (cloud, en inglés) es un concepto que se forjó casi al principio de la concepción de Internet y se refiere a la capacidad de dar servicios informáticos, ya sea el acceso a aplicaciones y otras funciones, sin necesidad de instalar ningún programa en el ordenador, solo a través de un acceso online.

Se atribuye su definición al informático estadounidense Joseph Carl Robnett Licklider en los años sesenta. Pero no fue hasta finales de los noventa cuando llegaron los primeros servicios basados en esta tecnología de la mano de plataformas como Salesforce, que ofrecía aplicaciones para empresas a través de una página web, o FilesAnywhere, el primer servicio que permitió compartir los archivos de los usuarios de forma segura por Internet.

Almacenamiento de información y otras aplicaciones de la nube

El almacenamiento en la nube es una aplicación de esta computación cloud. Brinda a los usuarios la posibilidad de contar con un espacio online para almacenar y compartir sus archivos a los que se puede acceder simplemente utilizando un navegador o, gracias a una aplicación, mantenerlos sincronizados de manera local entre varios de sus dispositivos (ordenador, móvil, tableta…).

Ahora bien, las funcionalidades de la nube van más allá y no solo se limitan al almacenamiento de archivos. También permite usar de forma remota aplicaciones como procesadores de texto, hojas de cálculo, chats o videollamadas sin necesidad de descargarlas en el ordenador o, más recientemente, desde un smartphone. Así, se ahorra espacio en los discos duros de los ordenadores y no es necesario acudir a pendrives (memoria USB) o discos duros externos que se pueden estropear o perder.

Estos servicios utilizan lo que se conoce como nube pública, es decir, la que ofrece sus servicios a cualquier usuario de Internet. Pero también existen las nubes privadas, usadas por empresas y controladas por un administrador del sistema, o híbridas, que tienen una parte con acceso público y ciertos espacios privados.

¿Cómo funciona?

Aunque pueda parecer que con estos servicios de almacenamiento cloud los datos se quedan flotando en Internet, nada más lejos de la realidad. Cuando guardamos información en la nube, estamos utilizando, comprando o alquilando, una parte de un disco duro. Es decir, unos gigabytes de espacio que están físicamente dentro de un ordenador –o incluso repartido en varios– que forma parte de un centro de procesamiento de datos (CPD). Mediante una conexión a Internet, podemos acceder a todos nuestros archivos que guardamos en la nube desde cualquier dispositivo.

¿En qué país se guardan los datos?

Es una de las grandes preguntas, ya que si los archivos se almacenan físicamente en algún ordenador, ¿dónde se encuentra el centro de procesamiento de datos que aloja el servidor o el espacio que estamos usando? Es muy difícil de saber, ya que grandes empresas como Google o Amazon los tiene repartidos por todo el mundo y, aunque se vean todas las carpetas y documentos bien ordenados, cada uno puede estar distribuido en diferentes ordenadores.

¿Qué legislación nos ampara si se utilizan estos servicios? La respuesta es clara: la normativa del país donde esté constituida la empresa que los ofrece. Siguiendo con el caso de Google, sería la ley Cloud Act de Estados Unidos. Otros, como kDrive, que tiene origen suizo, se rige por la normativa de la Unión Europea (UE).

La única forma real de descubrir dónde pueden estar los datos es ponerse en contacto con esas empresas y preguntar dónde tienen situados sus centros de procesamiento. Con la creciente concienciación sobre la privacidad, este es uno de los puntos que se destacan en muchos de estos servicios, como en kDrive, que presume de que todos sus servidores están dentro de países de la UE. Aunque la mayoría informa de la situación de sus centros de procesamiento, no suele dar el dato de dónde están guardando nuestros archivos, ya que pueden estar situados en los cinco continentes (incluso bajo el océano).

Qué se puede hacer en la nube

Las utilidades son variadas y, en gran parte, dependen de los propios servicios. Algunos, como iCloud, Amazon Cloud Drive o Google Drive:

En la mayoría de servicios:

Qué permisos solicitan estas plataformas

Los servicios de almacenamiento online nos solicitarán diferentes permisos cuando queramos activar sus funciones. De manera generalizada, son muy seguros y sus aplicaciones garantizan que no se hace un mal uso de los permisos que les ofrecemos.

Fuente: Consumers Eroski

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