¿Y si John MaCafee hubiera venido como turista?

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El océano Atlántico, ese gran charco que separa a la vieja Europa del continente americano, fue siempre la entrada obligada de todas las aventuras que se puedan contar de este lado del mundo. Antes y después de Colón, nuestras aguas territoriales, principalmente la zona marítima de Puerto Plata, ha sido la puerta obligada de la historia oficial o no oficial, de todo cuanto ha ocurrido desde el siglo XV hasta nuestros días.

Los que colonizaron a Estados Unidos entraron por Puerto Plata, así lo narra Howard Zinn, historiador social norteamericano, autor de la Otra Historia de Estados Unidos, en la que cuenta lo que podríamos llamar la “historia no oficial” de ese gran país.

Por ese lugar de nuestro territorio han pasado todos los malos y todos los buenos, como los malos que exterminaron la raza taína y los buenos como el padre Las Casas- y fray Antón de Montesinos con su sermón de Adviento que proclamó los derechos humanos por primera vez en este lado del planeta.

Por nuestro mar territorial, con o sin permiso, se desplazan todos los días, igual que antaño, los buenos y los malos: llámese piratas, traficantes de humanos, de armas, de drogas y quizás los menos son los ingenuos turistas y visitantes, que enriquecen nuestras arcas con cada dólar que consumen en el territorio cuando surcan el mar anhelantes de aventura en los cruceros.

La apariencia del excéntrico y gran magnate John McAfee, la compañía -una mujer de color- las armas que portaba, sus perros y tal vez no ofrecer soborno, fueron elementos suficientes para encerrarlo, con el “error” de que pudo usar su celular y dar la voz de alarma de que estaba privado de su libertad.

Cuando todos nos enteramos de quien se trataba, no podíamos creer que el creador del antivirus que lleva por nombre su apellido, fuera la persona detenida porque supuestamente era buscado por las autoridades norteamericanas.

Fue deportado sin más, porque no era cierto que existía orden de arresto. Es un hombre libre, con mucho dinero, que venía de otras islas del Caribe en las que no tuvo problemas para disfrutar del mar en su yate, porque tal vez sus autoridades no son tan “celosas” cuidando las costas como las nuestras.

Si por el contrario el magnate informático se hubiera identificado como lo que es, ¡uff!, cuanto hubiéramos ganado en fama por su simple presencia en nuestras costas. Es probable que haya sido confundido con un delincuente, solo por las apariencias, aunque su nave no, -se supone de gran capacidad para aventurarse a surcar los bravos mares en esta época del año loque debió llamar la atención de otra manera a los celosos vigilantes.

Si el trato a McAfee hubiera sido amigable, aplicando el debido proceso, es posible que se identificara y las autoridades, incluyendo al ministerio de Turismo, aprovecharían para darle el trato que una figura de su categoría ameritaba,lo que generaría uncambio en la historia a favor de la actividad turística y, de alguna manera, recuperar en parte la baja experimentada en la imagen del país.

John McAfee es una especie de héroe, creó la herramienta gratuita que comprueba si su equipo esta protegido e informa de ello de manera automática, lo que determina también el estado de seguridad de este.

El es un genio cuyo estilo de vida no es necesariamente compatible con la mayoría de los mortales, pero hay que reconocerle sus aportes a la ciencia en este mundo intercomunicado, riesgoso y cada vez más amenazado por los ciberdelincuentes.

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