ALTAGRACIA PAULINO
El 50 por ciento de la población mundial no tiene acceso a la satisfacción de sus necesidades básicas; si esa proporción de personas tuviese la posibilidad de consumir, se ampliaría el mercado y las empresas venderían más.
Si ese uno por ciento determinara en un plan estratégico, que uniera todas las propuestas del organismo de las Naciones Unidas para reducir la pobreza en el mundo, propiciar la equidad y economía solidaria, se produciría el anhelado desarrollo humano.
Si las potencias y sus multinacionales entendieran el potencial que poseen para crear empleos dignos para incrementar el aumento de la producción de riquezas, tendríamos un mundo más equilibrado y con menos miedos.
Podríamos imaginar a África libre de pobreza y opresión, a las mujeres de la India produciendo riquezas, y así todos los países que no alcanzan un desarrollo humano sostenible a que realmente cambie su situación, tendríamos un mundo más seguro, pese a la industria de la guerra-los productores de armas-.
A lo largo de la historia las guerras se han producido por problemas económicos, siendo los más pobres las principales víctimas de las mismas. Son la cantera de soldados que envían en las primeras filas como para que se acaben pronto.
Todos los economistas escriben y expresan una enorme alegría por el crecimiento de la economía mundial, sin detenerse un segundo a vincular el desarrollo humano con este crecimiento.
¿Cómo se explica y se justifica que el crecimiento económico amplíe la brecha de la desigualdad? Para economistas como James K. Galbraith, se debe a que los mercados financieros tomaron las riendas de la economía global, lo que cambió las reglas del juego provocando un escenario incierto en las sociedades capitalistas.
La crisis financiera del 2008 fue creada por la poca regulación, lo que provocó ajustes de manera urgente, y ahora, 10 años después, se advierte un repunte de la economía mundial, pero la brecha de la desigualdad crece.
Un vistazo al comportamiento en la producción de los insumos tecnológicos nos muestra que existe una especie de acomodamiento de los productores a su zona de confort,-producen para los mismos consumidores- los de la clase media global, que ha sido alienada como para pensar que no son seres humanos si no poseen el equipo de última generación.
Los productores no se preocupan por ganar nuevos mercados, sino en venderles a los mismos clientes las nuevas creaciones tecnológicas.
¿Como sería una economía realmente solidaria? Invertir con responsabilidad social en cada uno de los países donde se puedan instalar nuevas empresas, respetando los derechos humanos de las personas que van a contribuir a generar las riquezas, sin explotar su dignidad.
El modelo de Zonas Francas ha generado empleos, pero cuando salen del lugar donde están, vuelve a producirse vacantes y se incrementa el banco de personas sin ingresos.
Entonces, el modelo que se ha empleado hasta ahora no ha sido sostenible, debe ser repensado con miras a contribuir con el desarrollo humano. Los receptores de inversión extranjera deben garantizar que sea sostenible y los inversionistas responsables respetar las normas. Soñar no cuesta nada.
