Por Altagracia Paulino
En año 1965 se produjo la “guerra de Abril”. Esa gesta que marco la historia en un antes y un después y cuyo motivo fue la comprensión de un pueblo que por haber vivido tantos años bajo una dictadura, no conocía lo que era la libertad, la democracia, las reglas de convivencia en una sociedad normada por una ley de leyes, como fue la Constitución que se dieron los dominicanos para marcar la nueva era que se iniciaría con el fin de 31 años de un régimen absoluto.
“La Constitución del 63” es un genérico y referente en el campo jurídico. Su aplicación fue cercenada con el golpe de Estado al presidente Juan Bosch, llamado a aplicar la nueva regla de convivencia que surgió de unas elecciones libres celebradas en el año 1962. Era una Constitución de avanzada, que pocos comprendían y que dos años después el pueblo se levantó en reclamo del retorno a esa Constitución. Fue el origen de la revolución de abril que se volvió ese mismo mes, el día 28, guerra patria, por la intervención norteamericana así lo demando…entonces llorábamos “la patria herida”.
Cuando se iniciaron las clases, todavía las tropas invasoras estaban en el territorio, el salón de actos del Liceo Ercilia Pepín era el escenario donde escuchábamos lo que significaba la una patria intervenida, donde fluía como el agua de un manantial todos los sentimientos que podían expresar los adolescentes indignados por una afrenta como la que se vivía. Entonces la poesía, cobro cuerpo y con ella los declamadores que nos transportaban a una dimensión hasta la crispación y las lágrimas.
El arte en todas sus formas renació y se expresaba con poemas, consignas, murales y mil maneras de decirle al invasor que se vaya…” Fuera Yanquis de Quisqueya”
El hoy ortopedista Gilberto Domínguez, era el declamador, el líder que por la forma y la fuerza expresiva de decir los poemas alusivos a la patria y que siempre terminaba con “Go Home Yankee” aunque el poema nada tuviera que ver, pero nos emocionaba hasta el paroxismo.
Yo era “goma nueva” así le decían a los del primer año en el liceo. Todos los viernes, había actividad en el Salón de Actos. Los dirigentes de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) eran los de tercero y cuarto, tenían permiso para convocar a actividades informativas alusivas al que hacer de los estudiantes frente a la ocupación.
También se mostraban pinturas alusivas, aparecieron nuevos talentos, como mas declamadores y declamadoras, cantantes, músicos, pintores y expertos en murales. Era toda una feria donde terminábamos conminando al invasor para que se vaya.
Esta historia precedió a lo que fue el 24 de abril cuando llego la revolución, para nosotros algo inesperado que igual que ahora con la pandemia nos cambió la vida. Estábamos a medio finalizar el año escolar, pese a ser primavera las noches eran oscuras y aterradoras, toque de queda desde la seis de la tarde a seis de la mañana, las salidas restringidas porque podía aparecer una bala perdida y saz, hasta ahí llegaba.
En esa la época el Toque de Queda era severamente respetado, no como ahora donde han sido apresadas unas 45 mil personas por violar la disposición que busca reducir el contagio por el COVID-19, el enemigo invisible con el que se libra una batalla para tratar de que se reduzca la propagación en una población que ha tomado a broma un grave problema sanitario.
Abril es un mes de recuerdos, de reflexión, de lucha, de sacrificios y de resiliencia porque pese a todo…seguimos en pie.
