¿Es posible una iluminación navideña ecológica?

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Las luces navideñas ya están encendidas en las principales ciudades españolas. Y para muchas personas estos adornos son evocadores y gratos a la vista. Sin embargo, los presupuestos destinados a las luces son cada vez mayores, y pocas urbes renuncian a participar en la carrera por lucir los adornos más despampanantes. Esto ha hecho que crezcan las voces que reclaman una mayor conciencia ecológica y critican el gasto que implica iluminar las calles intensivamente.

¿Cuánto nos cuestan las luces de Navidad?

Cada vez es menos habitual emplear bombillas incandescentes, que poco a poco son reemplazadas por las luces LED. Se calcula que gracias a ellas podemos ahorrar hasta un 80 % en la factura de la luz, según explica la web Luminal Park, especializada en decoración luminosa. De acuerdo con sus cálculos, una guirnalda con 360 luces LED encendidas duranteocho horas al día durante 20 días nos cuesta 0’0163 euros. Y, aunque hace no demasiado tiempo estas luces resultaban bastante más caras que las tradicionales, las LED se han abaratado en los últimos años, haciendo casi inexcusable la sustitución progresiva de la mayoría de bombillas. Hay que tener en cuenta que la diferencia en el precio se ve ampliamente compensada por su durabilidad.

¿Cómo lograr que la decoración sea más sostenible?

La preocupación por los efectos negativos de las luces navideñas es relativamente reciente, así que, luces LED aparte, hasta ahora las iniciativas han sido escasas. Una que podría servir de ejemplo es la de Manchester, primera ciudad del Reino Unido en diseñar una decoración biodegradable y elaborada con materiales reciclados. Todas las luces y ornamentos, además, son fabricados mediante impresoras 3D.

Otro caso interesante es el de Tokio, una de las poblaciones con la iluminación navideña más imponente y creativa del mundo. Aunque una megaurbe que destaca por tener una contaminación lumínica desorbitada no parece el mejor ejemplo de sostenibilidad, en ella se han puesto en marcha iniciativas interesantes: por ejemplo, el área del río Meguro obtiene su energía a partir del aceite de cocina residual, que se recicla entre los vecinos; y en el barrio de Marunoichi no solo se usan luces LED, sino que para hacerlas funcionar solo se emplea energía renovable de origen solar y eólico.

Dos visiones enfrentadas

Le preguntamos a Manuel Calvo Salazar, consultor en ecología urbana y movilidad sostenible, si las luces navideñas tienen unos efectos realmente notables: «Si tomas únicamente el consumo de la iluminación navideña, no estamos ante un gasto exacerbado, ya que cualquier otro consumo —el transporte, por ejemplo— es mucho más alto. Pero el ahorro energético se basa en una suma de pequeños ahorros, y solo haciendo esto podemos conseguir una reducción importante. Por otro lado, algo en lo que insisto mucho es en la cuestión filosófica de fondo: hay una determinada cantidad de energía disponible, así que debemos pensar si conviene usarla de manera desenfrenada para algo que no tiene una utilidad manifiesta. La energía es un bien escaso, y si tuviéramos conciencia de esto y de lo mucho que cuesta producirla, no la derrocharíamos de la forma en la que lo hacemos».

En su opinión, el problema no es solo el gasto en sí, sino centrarnos en un modelo que no ofrezca apenasalternativas: «Yo veo que hay una cierta falta de creatividad: sí, puedes poner luces, pero también organizar actividades en la calle, pensar en cómo puedes mejorar la calidad urbana para animar a la gente para pasear, algo que no se debe al mero hecho de que la ciudad esté iluminada. Si, por ejemplo, peatonalizas determinadas zonas durante las fechas navideñas, puedes atraer a más gente y, además, ahorras la energía propia de la movilidad. Si se tuviera una perspectiva global y un poco de imaginación, se podrían implantar otro tipo de medidas que también tuvieran un efecto llamada sobre la gente».

En conclusión

Es posible pensar que las luces navideñas son una anécdota en el gasto energético, que a fin de cuentas solo se ponen durante una parte del año, que se despilfarra mucho más dinero en otras iniciativas y que hay cosas bastante más dañinas para el medio ambiente. Aunque esto no es del todo falso, debemos tener en cuenta el valor simbólico de esta iluminación: implantar planes energéticos más eficientes y que empleen fuentes alternativas o materiales reciclables es una perfecta forma de divulgar lasventajas del ahorro energético y hacer que un mayor número de gente se interese por ellas. Que, por ejemplo, puede servir para que el uso de luces LED o de bajo consumo se popularice más, para fomentar el reciclaje del aceite usado (como vimos en el caso de Tokio) o para que reflexionemos sobre qué modelos de ocio y consumo deseamos en nuestras ciudades.

 

Fuente: Consumers Eroski

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